Es bien
sabido que el buen tiempo, el calor, produce bienestar, alegría, euforia,
incluso hiperactividad. No es de extrañar entonces que el ser humano celebre el
solsticio de verano desde que conociera su fecha en los albores de su
inteligencia. Es un día mágico, en cualquier cultura, una fiesta natural, de
las que pide el cuerpo. El sol nos da vida, energía, y para demostrarle nuestro
afecto construimos otro diminuto sol, una lumbre, y la saltamos, del mismo modo
que el sol, una minúscula estrella comparada con otras o con la galaxia que la
retiene, “salta” en tan señalado día el trópico de cáncer, permanecerá varios
días sin moverse (hecho del que recibe su nombre), y a partir de ahí comenzarán
a menguar los días y a alargarse las noches. Los antiguos astrónomos lo sabían,
nada es porque sí. La hoguera simboliza la purificación, y el ánimo (fallido) para
ayudarle a continuar con fuerza. En el calendario, gregoriano y cristiano,
concedieron tan insigne fecha a San Juan Bautista (24 de junio, aproximada al
verdadero solsticio, que es variable, 20-21; este año es el día 20 a las 23:08 en tiempo
universal, una hora más para España). Era hijo de Zacarías e Isabel, sobrino de
la Virgen María. Bautizaba a los penitentes para purificarlos, como al mismo
Jesús, de quien dicen los evangelios fue precursor, y murió decapitado a petición
de Salomé, hija de Herodes. La misma fecha de fiesta pagana, para celebrar
todos, como parte de la naturaleza y sin rencor ni protagonismo, el ancestral
rito de la hoguera. Os animo a realizarlo, aunque solo sea sobre la llama de
una vela, sin supersticiones, que ya somos mayorcitos, sólo como diversión, que
si el grupo es bien avenido está garantizada. Desde luego, yo no me la pierdo.
eltijoaquin@hotmail.com - facebook.com/El Ti Joaquin
domingo, 17 de junio de 2012
jueves, 14 de junio de 2012
La nuera, la suegra y la prima
Mi
esposa, como ayoína tradicional, es una excelente horticultora, con todos los
beneficios que esto conlleva, tanto para la cocina natural como para el
bolsillo, que también cuenta. Su pasión por las plantas va más allá de los
semilleros, quiñones, huertos y parcelas, y como quien se lleva trabajo a casa,
la tiene profusamente decorada con las otras, las que no se comen, pero
engordan la vista.
A veces pienso, celosamente, que a éstas les tiene más cariño que a mí, y entonces me entran ganas de meter los pies en un tiesto y esperar sus mimos. La verdad es que las plantas decorativas aportan, entre otras cosas, dinamismo, color y olor a la casa, y dulce satisfacción a sus habitantes.
Una de las últimas en florecer, que nos ha tenido a todos más pendientes que si de un parto se tratara, es una hippeastrum, la estrella del caballero, algo así como una cebolla de la que florecen unas enormes y opuestas flores, en número de dos a cinco, que precisamente por su disposición antagónica se la llama “la nuera y la suegra”.
De la de mi esposa han florecido tres: la nuera, la suegra, y un tercer elemento de discordia, la prima (no la de riesgo, que no se lleva bien ni con las dos anteriores ni al parecer con el resto del planeta, salvo con los especuladores, aunque está en boca de todos que seguimos pendientes de sus puntos). Antaño puntos no había más que cuatro: los cardinales; ahora los tenemos por casi todo, por el móvil, por el banco, por tráfico… y por ésta prima, aunque los suyos funcionan al revés, como los que nos dan en cirugía: tantos más tengamos tanto peor nos habrá ido la operación.
Pues yo puntos a esta planta, en una escala de cero a diez, le daría once, me da igual que digan que sus flores no se entienden, solo sé que la mires por donde la mires es preciosa, espectacular, digna de llevar con orgullo aquel famoso lema de la medalla de la madre: “dar mucho, pedir poco”, porque sabe regalar a los cuatro vientos su belleza y elevar su rincón a la categoría de “el rincón”. Hablando de puntos, otros once para mi esposa, por encontrar tiempo para dedicar a sus amadas.
A veces pienso, celosamente, que a éstas les tiene más cariño que a mí, y entonces me entran ganas de meter los pies en un tiesto y esperar sus mimos. La verdad es que las plantas decorativas aportan, entre otras cosas, dinamismo, color y olor a la casa, y dulce satisfacción a sus habitantes.
Una de las últimas en florecer, que nos ha tenido a todos más pendientes que si de un parto se tratara, es una hippeastrum, la estrella del caballero, algo así como una cebolla de la que florecen unas enormes y opuestas flores, en número de dos a cinco, que precisamente por su disposición antagónica se la llama “la nuera y la suegra”.
De la de mi esposa han florecido tres: la nuera, la suegra, y un tercer elemento de discordia, la prima (no la de riesgo, que no se lleva bien ni con las dos anteriores ni al parecer con el resto del planeta, salvo con los especuladores, aunque está en boca de todos que seguimos pendientes de sus puntos). Antaño puntos no había más que cuatro: los cardinales; ahora los tenemos por casi todo, por el móvil, por el banco, por tráfico… y por ésta prima, aunque los suyos funcionan al revés, como los que nos dan en cirugía: tantos más tengamos tanto peor nos habrá ido la operación.
Pues yo puntos a esta planta, en una escala de cero a diez, le daría once, me da igual que digan que sus flores no se entienden, solo sé que la mires por donde la mires es preciosa, espectacular, digna de llevar con orgullo aquel famoso lema de la medalla de la madre: “dar mucho, pedir poco”, porque sabe regalar a los cuatro vientos su belleza y elevar su rincón a la categoría de “el rincón”. Hablando de puntos, otros once para mi esposa, por encontrar tiempo para dedicar a sus amadas.
martes, 5 de junio de 2012
Ahora que vamos despacio...
Siempre creí que el dinero se contaba según la aritmética, o
sea, 1 euro mas 1 euro hacen un total de 2 euros, y el 10 por ciento de 100
euros son 10 euros. Parece ser que no, que estas operaciones terminaron
obsoletas y desfasadas. Yo no digo ni si ni no, que soy parvulito en ésta rama
de las matemáticas, yo sigo tocando los dedos que mi buen trabajo me cuesta
hacer presupuestos, gastar menos de lo que gano (ahorrar, por si las moscas),
en resumen administrar, junto con mi esposa, nuestro hogar. Y benditos dedos, porque así “vamos tirando”, como dicen en la
fábrica de cohetes. Para guardar los ahorros existen al menos dos métodos: el
calcetín escondido debajo de una teja, fiable y cómodo, y los banqueros, que últimamente
se esmeran en parecerse a Alí Babá y pertenecer a su cuadrilla. Porque mientras
algunos nos partimos el espinazo de sol a sol, haciendo cábalas para vivir con algo
de dignidad, a base de trampas, comisiones, intereses ridículos, etc., sus
directivos se reparten multitud de millones de euros, aunque acaben de mandar
su empresa al carajo o se jubilen precipitadamente para que ingrese otro nuevo
gestor con derecho de pernada. Y no pasa nada, porque luego interviene papá
estado con el dinero de todos, para que no se pierda el dinero de todos, para al final dejar
a todos sin dinero. Pues vale. Lo grave del asunto es que nos tienen atrapados
en vil ratonera, hay montones de gestiones y pagos que hay que hacer a través
de ellos, tanto queramos como si no, no es como cuando no te gusta el pescado,
que no pisas la pescadería. Y ahora viene una entidad con representación local,
renovando las matemáticas, y promete a bombo y platillo, por televisión, prensa
y radio, y para más INRI, sobre los cristales de su establecimiento, que están
orgullosos de cobrar “hasta un 230 por ciento menos en comisiones que la
competencia”, además como por decreto divino. Yo esto no lo entendía, que los dedos
solo me alcanzan a restar hasta el 100 por 100, así que contacté con mi amigo
David de Santibañez, profesor de matemáticas http://nosolomates.es/,
para que me lo explicara, y así lo hizo de bien: http://nosolomates.es/?p=788 Supongamos, para hacer las cuentas
sencillas, que la competencia cobra un euro de comisión, que pondremos en
céntimos para que sean 100. Entonces, un 20% son 20 céntimos, un 50% son 50
céntimos y un 37% son 37 céntimos. Sencillo, ¿verdad? Pues bien, un 50% menos
es la mitad menos, así que nos cobrarían 50 céntimos. Un 80% menos es un
descuento de 80 céntimos y nos cobrarían 20. Un 100% menos, sería el total
menos, es decir, que no nos cobrarían nada. Y, efectivamente, un 230% menos son
230 céntimos menos, es decir, 2’30€ menos (Recordemos que la competencia cobraba
1 euro). Si hacéis la cuenta, la única manera de que esto sea posible es que
nos paguen 1’30€, en vez de cobrarnos. Podéis ir a la oficina y preguntar si os
dan dinero por las comisiones. Ya os adelanto yo la respuesta: NO. De modo que
el anuncio es, sencillamente, mentira. O eso, o el nivel de matemáticas de los
banqueros ha decaído tanto que ya no entienden ni los tantos por ciento… O
sea, que más que por gracia de Dios, el tema está entre diablillos, y ahora que
se ralentizan las finanzas siguen al pié de la letra la de aquella vieja
canción popular… “Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras, tralará”. Y
hay bastantes más absurdos, como EVO banca inteligente, que promete en su anuncio que el
dinero que no gastas se ahorra automáticamente. Eso no es inteligente (inteligente sería que ellos se quedaran con todo), eso
sencillamente es… obvio, y ya decía
un proverbio árabe, que si lo que vas a decir no es más bello que el silencio…
¡cállate! Cada día entiendo mejor a mi padre, cuando porfiaba que el dinero
debería ser como las patatas y servir para un solo año. Visto lo visto, ¿sabéis
lo que os digo?
¡QUE VIVA EL TRUEQUE!
sábado, 2 de junio de 2012
El efecto torcecuellos
Dice un
proverbio chino, que el aleteo de las mariposas se pueden sentir al otro lado
del mundo. Seguro que Edward Lorenz, meteorólogo y matemático estadounidense,
conocía esta máxima cuando acuñó el término “efecto mariposa”, que enunció así:
Cuando una mariposa bate sus alas, en el lado opuesto del mundo se crea un
tornado. Esto no es rigurosamente cierto, pobrecitas mariposas, lo real, a grosso
modo, es que pequeños cambios en un sistema pueden tener un resultado complejo
y errático. Pues si me permitís invertir esta famosa teoría, algo muy gordo ha
tenido que suceder al otro lado del planeta para que un precioso pájaro, un
torcecuellos, abandone su hábitat natural, y venga a Ayoó a estrellarse contra
el cristal de una ventana, tratando de introducirse en el interior de una
vivienda. El desgraciado murió en el acto, y se libró de las fauces de algún
espabilado gato, y de pasar totalmente desapercibido, sólo porque el dueño de
la casa oyó el choque, y salió a ver la causa del ruido en su ventana. Yo nunca
había visto ninguno, y lo mismo me contestaron quienes pregunté, fue una guía
de campo y después Internet quienes nos sacaron de dudas. El torcecuellos es un
pájaro carpintero, familia de los cucos, que éstos si abundan en nuestros
montes, y aunque se les ve poco, se les oye perfectamente a largas distancias.
Su plumaje es parecido al del engañapastores, perfecto para el camuflaje, y su
tamaño es bastante menor. Come insectos, principalmente hormigas; en nuestra
zona desarrollaría una importante labor de limpieza de plagas, pero por
desgracia no es autóctono, y éste podría estar extraviado, alejado de la ruta de
migración. También podría ser que algunos “defensores de la naturaleza”, con
sus delirantes sueños maternales, (tema en tintero, bastante maduro), hayan soltado
algunas parejas para poblar, que no repoblar, nuestros campos y montes. O
también que su insólita muerte sea fruto del extraño comportamiento que padece
nuestro planeta, propio de un estado de demencia; el clima se ha vuelto
inestable y yo diría respondón. Por ejemplo, la sequía y el calor del pasado…
¿invierno? nos comienzan a pasar factura. Nuestra querida fuente de la Iglesia
está dejando de manar, no quiero ni pensar lo que podría ocurrir al otro lado
del mundo, como profetizaba Edward Lorenz con su “efecto mariposa”… ¿otro
tsunami?
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