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domingo, 17 de noviembre de 2013

De San Genadio al principio de los tiempos







Parece ser que las primeras referencias escritas al pueblo de Ayoó de Vidriales, o al menos a su situación, parten del monasterio de Ageo, que seguramente estaba situado en algún lugar en las inmediaciones de la Iglesia Parroquial del Salvador. Una sería una escritura del Rey  Ramiro II de León “El Grande”, guardada en el Tumbo en el número 130, fechada en la era (hispánica) 978, que correspondería aproximadamente al año 940, en la que se reconoce el nombre del monasterio de Ageo. Otra sería la breve biografía de Genadio (San Genadio), que fue obispo de Astorga “desde cerca del 899 hasta el 920, cerca del cual renunció la Dignidad”. Allí se relata que “resolvió estudiar la milicia espiritual en la escuela de perfección de un monasterio que se llamaba Ageo, o según algunos Argeo”. A este monasterio llegó Genadio “dejando la casa y los bienes de sus padres”, “donde a la sazón era Abad un venerable Padre llamado Arandiselo (San Arandiselo)”, al que le pidió partir, al cabo de un tiempo, hacia el Bierzo leonés junto con 12 compañeros, para hacer vida eremítica y restaurar otro monasterio, el de San Pedro de Montes, fundado por Fructuoso de Braga (San Fructuoso) hacia el siglo VII, y destruido en el 714 por los musulmanes en su invasión de la península.

Me gusta dar rienda suelta a la imaginación; y seguramente sea errónea, pero voy a aportar una hipótesis que nos llevaría atrás en el tiempo para tratar de esclarecer nuestra historia, nuestro particular eslabón perdido. Fructuoso era hijo de una familia noble, y quedó huérfano en la adolescencia. Dice la historia que entregó sus bienes a los pobres y se retiró a la vida solitaria, después de estudiar Sagradas Escrituras y música bajo la tutela de Conancio, obispo de Palencia, en la escuela episcopal. Desde allí se trasladó al Bierzo para vivir en una cueva, en penitencia y oración. Pronto su fama atrajo a muchos seguidores, viéndose obligado a fundar el monasterio de Compludo, para el que redactó una regla monástica. En funcionamiento el monasterio, volvió a la vida cenobítica, a un lugar más inaccesible, donde se repite la historia y funda el Monasterio de San Pedro de Montes, hoy Montes de Valdueza. Continúan sus fundaciones hasta una veintena, y tras varias peripecias sin interés para este artículo, es nombrado obispo de Braga, donde murió el 16 de abril del año 665.

Para el monasterio de Ageo no existen datos fundacionales, pero no sería (y es parte de mi hipótesis) descabellado pensar que también estuviera de su mano. Eso justificaría la magnífica talla de San Fructuoso y su pequeño retablo en el lateral derecho de nuestra Iglesia. Aquí llegó, al parecer, desde su iglesia o ermita sita en la calle de los Palomares, de la que quedan apenas unas piedras en el cerramiento de una huerta. Eso explicaría también el porqué del pueblo anejo Carracedo, de connotaciones bercianas, creado para albergar a las familias de los monjes, como se hacía en otros monasterios. Y por último, le daría sentido al famoso “viage” de Genadio y sus 12 compañeros a recuperar el monasterio de San Pedro de Montes, ya que compartían fundador y vida monacal. Si esto fuera cierto podríamos afirmar que el monasterio de Ageo se establece en Vidriales antes incluso del año 650, como continuación de la famosa “Tebaida Leonesa”. 

Otro largo paso atrás en el tiempo nos llevaría al pequeño asentamiento prerrománico de la Peña, de unos 2000 metros cuadrados de superficie, donde un clan, o una familia numerosa convivieron el suficiente tiempo como para venerar religiosamente a su particular ídolo de piedra, celebrar ceremonias en torno a un pequeño menhir de 1,6 metros de alto, o realizar un enterramiento de, seguramente, su patriarca bajo el dolmen que la natural erosión ha dejado a la intemperie. Sin duda vivían de la caza, abundante en el entorno, y se resguardaban de sus enemigos tras una rudimentaria muralla y la seguridad de las alturas. Algún día aquellos primitivos pobladores bajaron a la llanura para cultivar la tierra y domesticar o pastorear ganado. Qué mejor sitio para hacerlo que donde el agua brota con fuerza (fuente de la Iglesia) y la tierra es extremadamente fértil (Prepalacio), todo ello al abrigo invernal de un monte (Peñacabras). La vida allí seguramente no fue fácil, numerosas escaramuzas, abandonos, repoblaciones y sumisiones hasta que llegó un grupo de personas ordenadas y cultas para ocupar el lugar y enseñar una nueva forma de vida. El lugar era tranquilo, bello, fecundo, la caza abundante y relativamente cerca discurría una importante vía romana para una fácil comunicación y mercado con otros pueblos. Al frente, un venerable padre espiritual, Fructuoso, trajo la escritura, la lectura y la música, e instauró un edificio para su enseñanza. Bautizaron este lugar con un nombre idílico, un apelativo santo para sitio propicio de santos; sencillamente eligieron la voz griega Ageos, que significa santo. Años más tarde cuestionarían el nombre como no válido, porque “no fuese expresiva del nombre del monasterio, si no dictado, como quien dice Santo Monasterio”. 

Y acabo donde empecé, a partir de aquí comienza la historia escrita y yo dejo de jugar a historiador. Pido perdón por mi osadía, este tema es una cosa muy seria que debe tratarse con seriedad. Para los interesados, tenemos sitios serios y documentados donde conocer la verdadera historia de los Valles de Benavente. Uno sería Brigecio, “buque insignia” del Centro de Estudios Benaventanos Ledo del Pozo, que en su número 1, editado en el año 89 y en la página 61 dedica un extraordinario artículo a nuestro monasterio Ageo, de la mano de Augusto Quintana Prieto, investigador leonés. Otro es el benaventano Rafael González Rodríguez, historiador, profesor de historia, escritor, colaborador de la revista Brigecio, presidente del CEB Ledo del Pozo y autor de dos blogs de lectura inexcusable: Más vale volando” y “El bierzo prerrománico”
  

Dice un refrán que “no se es de donde se nace, si no de donde se pace”. Parece ser que San Genadio al menos vivió 10 años en Ageo, y por tanto en Ayoó, y como ayoíno lo trataremos. Las 3 primeras fotos son de Astorga, una de un cuarto derecho de la puerta sur (1), en la portada renacentista (2), y otra del lado derecho de la fachada occidental (3), de estilo barroco leonés. Allí encontramos a nuestro Ayoíno, y posiblemente también como pintura en el retablo central izquierdo de nuestra Iglesia Parroquial (4), el que está frente a las puertas del sol. La foto (5) es de San Fructuoso, al que por deformación la gente mayor llama “Fertugoso”. Aquí debajo nuestro dolmen, menhir, muralla, tótem, restos de asentamiento y entorno.

 Como resumen, cuanto más leo e investigo con mejores ojos veo el pueblo que el azar me escogió para vivir, Ayoó de Vidriales, auténtica cuna de cultura.







3 comentarios:

  1. Muy buenas "Ti Joaquín". Me ha encantado la foto del menhir, además que el paisaje es precioso. El día que me enseñaste el dolmen, me harté de sacarle fotos de cerca y se me pasó hacer una de lejos donde se viera bien, ¡qué desastre!.

    Por cierto, ahora ya sabes lo bien que se siente uno al encontrar y difundir documentos antiguos, o al menos referencias a ellos, donde se pueda reconstruir nuestra historia. Nadie sabe más de ella que los que la vivieron y si además lo reflejaron en un documento escrito...

    Si alguna vez llega uno a tus manos y se te resiste la letra no dudes en llamarme.

    Además te recuerdo que te debo una visita guiada al museo, ¡la rabia que me dio aquel día no poder acompañarte!, cuando quieras la hacemos, y pasamos un rato agradable.

    Pásalo bien, un saludo.

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  2. Que bueno que alguien se ocupe de recopilar datos para que no se pierda la historia de quienes tenemos nuestras raíces en Ayoó. Felicitaciones Ti Joaquín. Su trabajo y esfuerzo se valoran y aprfecian.

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  3. Muchas gracias Ti Joaquín por compartir tus recopilaciones e investigaciones de la historia que nos es común a todos los que tenemos nuestras raíces en Ayoó. Felicitaciones por tu trabajo de investigación.

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