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lunes, 23 de marzo de 2015

Las sargas de la Pasión. (Rosinos de Vidriales)




En el trastero de la Iglesia Parroquial de Rosinos de Vidriales, debajo del coro balaustrado con un fragmento de un extraordinario artesonado mudéjar, reposan en ganchos de hierro varios rollos de grandes y sucias telas, lo que parece ser “El Monumento”. Con permiso de D. Miguel, rector del templo, y con su agradecida ayuda, comprobamos su estado más allá del polvo de varias décadas para en caso satisfactorio plantear una posible exposición.

Los más viejos del lugar lo recuerdan como “muy bonito”, pero con esa expresión que delata quien no atina a describir con otras palabras lo que representan recuerdos de juventud, familia, tradición y respeto. Respeto para unas costumbres heredadas, las que fueron tradiciones ancestrales muy arraigadas, en torno a las que la familia se congregaba, y con las sensaciones y sentimientos que la candorosa juventud vuelve imborrables. Qué difícil definir tanto cúmulo de vivencias; quizás, una vez más, nos den otra de muchas lecciones con su simple “muy bonito”.

“El Monumento” volvía cada año a los presbiterios por Semana Santa, transformándolos como por arte de encantamiento con esta variante de lo que se conoce como “arquitectura efímera”. Grandes lienzos de lino policromados, sujetos o pendientes de bastidores de madera llamados comúnmente “sargas”, montados y elevados mediante simples juegos de poleas para una rápida instalación y retirada. Uno de los objetivos era esconder el rico “pan de oro” dignificando la austeridad, la ausencia, y reflejando la tristeza por la muerte de quien era considerado salvador y guía, Jesús de Nazaret.

La pintura sobre las sargas es al temple con algún tipo de aglutinante, como huevo, cola animal, miel, aceite de nuez, etc., para poder enrollarlos y viceversa sin perder los pigmentos. La técnica era un tanto compleja, al no tener los lienzos ningún tipo de preparación para acoger la pintura, que además era de secado rápido y de difícil corrección.

El monumento, por lo general, imita una capilla con sus columnas, molduras y arcos de crucería, en la que se desarrollan escenas de la Pasión. Son típicas los soldados romanos de guardia, el lavatorio de Pilatos, la flagelación de Jesús, el beso de Judas, la crucifixión, la última cena…. también se pintan algunos útiles usados en aquella barbarie, como tenazas, martillos, clavos, escaleras…, y frases en latín referentes a las imágenes. En el que hoy nos ocupa se puede leer:
 Texto debajo de la Virgen: ”COMMOTA SUNT VISCERA EJUS SUPER FILIO SUO” - Primer libro de los Reyes, capítulo 3 versículo 26: "Conmovida en sus entrañas por su hijo" (1 Re 3, 26)
Texto debajo del Nazareno: “ET BAJULANS SIBI CRUCEM EXIBIT IN EUM QUI DICITUR CALVARIE LOCUM”- Evangelio de San Juan, capítulo 19 versículo 17: "Cargando su cruz salió hacia un lugar llamado la calavera" (Jn 19, 17)
Texto debajo de la flagelación:”ET TRADIDIT JESUM, FLAGELIS CÆSUM” - Evangelio de san Marcos, capítulo 15 versículo 15: "Y entregó a Jesús para que lo azotaran" (Mc 15, 15)
Texto debajo de la oracion en el huerto:”TUNC AIT ILLIS: TRISTIS ET ÁNIMA MEA USQUE AD MORTEN” - Evangelio de San Mateo, capítulo 26 versículo 38: "Entonces les dijo: mi alma está triste hasta la muerte" (Mt 26, 38)
(Traducción por cortesía de D. Miguel)

El monumento de la Iglesia de Rosinos actualmente consta de 3 telones de grandes dimensiones, unos 25 metros cuadrados; y un remate delantero que podría alcanzar en conjunto más de 8 metros de altura (Casi 3 pisos). Solamente una se las sargas se encuentra en mal estado: despintada y con el bastidor partido en varios trozos. Las demás, aunque acusan la edad, se pueden (y deben) exponer. Otra parte dañada es el fondo, ya que solo se conserva el lienzo sin bastidor de la parte central, una bien representada Última Cena.

Para la ya cercana Semana Santa, y sus oficios en el Santuario de la Virgen del Campo, se intentará exponer y usar este Monumento. Una mesa siguiendo la perspectiva del lienzo del fondo, la Última Cena, albergará también otra obra de arte sacro: un sagrario con la figura de un pelícano. Es una figura eucarística, por la creencia, desde el medievo, que esta ave en caso de necesidad alimenta a sus polluelos con su propia carne, picoteándose el pecho. Un símbolo muy usado desde tiempos remotos, que Santo Tomás de Aquino introdujo en su himno “Adoro te devote”: “Pie pellicane, Iesu Domine,…”(Bondadoso pelícano, Señor Jesús,…)

La suerte, y la profesionalidad del sarguero, ha querido dejarnos un importante dato, el párroco que le confió el trabajo, la fecha de elaboración y su propio nombre. Así, tras la escena central de La Pasión se puede leer “INV.º Y PIN.º ESTE MONUMENTO” (Inventó ¿? y pintó este monumento) y debajo “José de Silva” con su rúbrica. Al lado, en la misma caligrafía, “SIENDO CURA PARROCO D.ⁿ José Anton Cabrera. año de 1884.” Será interesante una futura investigación sobre el sarguero y sus obras; es más que evidente que también las sargas que se exponen todos los años en Fuente Encalada son del mismo autor, por la similitud de rasgos y formas. Por tanto se puede deducir que son del mismo tiempo, a pesar que en éste caso no dejara ni firma ni fecha.

Aunque las comparaciones son odiosas, hay que reconocer que las sargas de Rosinos son más grandes y “más bonitas” (entre comillas) que las de Fuente Encalada. Tenían razón los mayores, quienes han vivido desde niños una forma distinta la Semana Santa; vaya por ellos en especial la exposición de éste año en el Santuario del valle de Vidriales. Sus puertas abrirán para la misa de la Cena del Señor el jueves 2 de abril y para la celebración de la Pasión el viernes 3, a las 18:30 ambas; y para la Solemne Vigilia Pascual el sábado a las 21:00. 
Estáis todos invitados.














sábado, 21 de marzo de 2015

... por una sonrisa, un cielo,...


Esta mañana una parte importante de la humanidad, el mundo civilizado, observó directa o indirectamente el cielo. Decían que por no se cual casualidad el camino de la luna se interpondría al del sol, robándole su luz; algo que llamaron eclipse. Decían que era importante, un momento único. Cuantas máquinas con sus ojos artificiales buscarían el evento, inmortalizando el día y la hora, atrapando el instante. Y cuantas gentes de saber asistirían preocupadas a este baile de gigantes. Que suerte la suya por conseguir su objetivo; yo, por más que miré y miré, no atisbé a ver más que una enorme sonrisa celestial, de las de oreja a oreja. Una sonrisa que me ha enriquecido sin que notara pérdida alguna de valor de donde fue ofrecida, al contrario, hoy he sentido revalorizarse el firmamento. Ahora no me apetece escribir, solo seleccionar las fotos y meditar aquellos mágicos momentos. Si tan mal nos portamos aquí abajo… ¿por qué desde ahí arriba nos responden con ternura y desinterés? ¿Será porque una madre siempre perdona a sus hijos con una sonrisa…?




Fotos a través de un filtro de soldadura. Las de abajo aprovechando además su efecto espejo.



viernes, 13 de marzo de 2015

La pizarra de Fuente Encalada.




El invierno de 1992-93 no fue generoso en lluvias o nieves; más bien al contrario, las crónicas lo recuerdan por seco. Aquel año en nuestros pueblos, las labores del campo propias de la primavera se adelantaron para aprovechar el poco tempero del terreno. Apenas había comenzado marzo y ya estaba casi todo ralvado.

En el pueblo de Fuente Encalada, Pedro Delgado Ferrero, quien fuera muy conocido en el valle Vidriales, terminaba de arar una parcela cercana al pueblo, en el pago denominado Teso Sordo. Como suele suceder más a menudo de lo que se quisiera, las rejas se engancharon hasta detener el avance del tractor. El experimentado agricultor y experto maquinista lo achacó a la aridez del terreno, cambió a una velocidad más corta su Fiat, y tras un seco tirón continuó la sucada con normalidad. Pero al volver con la siguiente frente a ese incidente encontró semienterrada la causa de la detención: una pizarra. No son propias de la zona, y mucho menos enterradas, así que detuvo el tractor y bajó curioso a inspeccionarla. De forma casi triangular, y de unos 40 por 40 centímetros, aquella laja parecía tener grabadas letras en una de las caras. Retiró con la mano los restos de tierra y efectivamente, allí había algo escrito. La subió al tractor y terminó de arar la parcela. Era la hora de comer.

En casa el chorro de agua del grifo le desveló una grafía extraña, delicada y elegante. Pero solo entendió un signo en la laja de pizarra, el que la cruza casi por el centro: la marca de su propia reja. Guardó la piedra y comentó el hecho con sus amigos y vecinos, a los que siempre invitó a contemplar su hallazgo.

Había transcurrido algo más de un año cuando recibió la visita de dos personas que se presentaron como arqueólogas, interesadas en estudiar y después exponer en un museo aquella pieza. Pedro no hizo objeción alguna, al contrario, colaboró con todas las explicaciones y respuestas pertinentes. A cambio recibió una simbólica retribución económica, y años más tarde un ejemplar de la separata de la revista de Prehistoria y Arqueología Zephyrus, editada en la Universidad de Salamanca, en la que se publica este extraordinario trabajo que se puede encontrar en PDF en la red:


En 2001, la  novena muestra de Las Edades del Hombre en la Catedral de Zamora incluyó la ya conocida como “Pizarra de Fuente Encalada” entre sus piezas expuestas. También se publicó un libro en formato de gran tamaño y con más de 700 páginas con fotos y características de todo lo expuesto. La Fundación se acordó de Pedro regalándole uno de los libros, que la familia guarda junto con la revista Zephyrus y una fotografía enmarcada a tamaño natural de la Pizarra, en un lugar destacado de la vivienda. Un bonito recuerdo de una acción noble, como la de compartir una pieza histórica para que sea estudiada y expuesta en beneficio de todos. Actualmente se puede ver en el Museo de Zamora.

La parcela de Teso Sordo se sigue cultivando. Tractores de mayor potencia, y arados más profundos no han encontrado otros restos de la pizarra que completen el escrito, para saber a quien o qué iba dedicado. Difícil saber si fue cantero o escribano quien ahondó en la superficie negruzca con su cincel de punta fina para inmortalizar su mensaje. Y más difícil es leer entre caracteres visigóticos-mozárabes, en su mayoría capitales, tan dañados e incompletos. Pero los estudios arqueológicos han descifrado un fragmento del texto que ayuda a conocer el misterioso contenido. Se trata de un pasaje de la Pasión de San Bartolomé, en la que el apóstol maldice al demonio: “Si quieres que no te haga caer en el abismo, sal de esta estatua y hazla trizas. Luego, vete a los desiertos donde ni el ave vuela, ni el campesino ara, ni se ha oído jamás la voz del hombre” (c. 6,4). En algunas oraciones contra los daños atmosféricos se emplea parte de este pasaje, como se puede ver salvo detalles, en esta pizarra. También se ha cotejado con otro hallazgo, en el mismo material, en Carrio, del concejo de Laviana, Asturias. Ambos documentos coinciden en el pasaje de San Bartolomé, además del encabezamiento y finalización. Pudiera ser, y así parece aceptado, una filacteria o amuleto contra pedriscos y temporales, datada posiblemente en un temprano siglo X.

Este tipo de conjuros, o las oraciones a algunos santos invocando protección, o toques de campana para alejar o disolver nubes de tormenta, vienen a confirmar la eterna indefensión de las gentes del campo, agricultores y ganaderos, frente a las adversidades climatológicas. Se dice, con razón, que “por lo menos una vez en la vida vas a necesitar un médico, un abogado, un arquitecto…, pero todos los días, al menos tres veces al día, vas a necesitar un agricultor” (o ganadero). Han sido, son y serán tan necesarios que paradójicamente también siguen siendo el escalafón más bajo de la sociedad, constantemente humillados por los caprichos del mercado. Fieles y luchadores, siempre implorando al cielo, pero afortunados por tener toda la tierra a sus pies, para ellos mi pequeño homenaje; que concluyo con un dicho popular:
-         ¿De que te quejas, labrador honrao?
-         Unas veces por seco… y otras por mojao.