El llamado Cristo de
Valdavido, es una estatua del Sagrado Corazón de Jesús, con una altura superior a
los 8 metros y un peso de unas 20
toneladas. Su emplazamiento es lo que parece la torre del homenaje, convertida
en pedestal, del Castillo del Conde de Peña Ramiro, situado en el término
municipal de Truchas, en la Cabrera Alta. La pequeña fortaleza, de unos 800
metros cuadrados y de forma casi triangular, cuenta en sus inmediaciones con restos
de otra torre, que llaman Malvecino. En sus esquinas podemos ver restos de un pequeño
edificio cuadrangular, un altar sobre lo que dicen fue un cubo y excavado en la
peña un pozo, todo el conjunto amurallado a casi 300 metros sobre el nivel de
la carretera que discurre a los pies del alargado risco rocoso llamado El Castillo,
que parece emerger de las límpidas aguas del río Truchillas para estrellarse en
el cielo cabreirés. La estatua es obra del arquitecto Vicente Larrea, concebida
en sus talleres bilbaínos en 1957 pero erguida años más tarde e inaugurada el 5
de septiembre de 1965, y sufragada con donativos de particulares.
Le preguntaron a un
equipo formado por dos arquitectos, después de haber hecho un estudio arquitectónico
y arqueológico por encargo de la Consejería de Cultura y turismo, sobre el
Castillo del Conde de Peña Ramiro y su único residente. Sus conclusiones
quedaron claras: “la mejor opción es desmontar la imagen, por resultar
inapropiada, más que dañina”. Según estos expertos, hay que desahuciar al Señor
del Castillo porque hace feo. No sabían, embebidos en la frialdad numérica y
cerebral, que no se debe morder la mano de quien te da de comer; si se necesitó
un estudio es precisamente pensando en el bienestar del inquilino, que muros de
piedra los hay por todos los lados, y nadie suspira por ellos. A modo de
ejemplo, y a pocos kilómetros de allí, en Castrocalbón, conozco otro “castillo”,
con milenio y pico más de antigüedad, al que accedieron derruyendo la muralla
con maquinaria pesada para plantar en su patio un nido de cigüeña, y a nadie le
ha preocupado ningún estudio. A lo mejor es que el nido subido en el poste de
tendido eléctrico no hace feo. Ojalá, en su lugar hubiesen plantado otra
imagen, otro Cristo, una Virgen, un pastor, una madre con su retoño, un
artesano… para que las murallas necesitaran atención y estudios, y llovieran
críticas, a favor y en contra, y llegaran visitas, y… entonces diríamos el
“ladran, Sancho, señal de que cabalgamos”. Quizás cada asentamiento perdido en
el monte, desde hace 50 años necesitara un inquilino; ni el asentamiento
estaría perdido, ni nuestra tierra tan olvidada.
Le pregunté a algunos
lugareños, de Valdevido, de Truchas, de La Cuesta,… y casi por unanimidad
quieren seguir rindiendo pleitesía a su señor, que nada le pide, apenas unas
paletadas de mortero para que los muros sigan teniéndose en pie. Gustan de
saludar al gigante de piedra al llegar a sus hogares, y le encomiendan
protección al marchar. A nadie le parece feo, al contrario, piensan que
embellece el aparentemente inaccesible fortín. Más feos me parecen los cientos
de aerogeneradores que destrozan estéticamente nuestras sierras, y nadie habla
de desmontarlos por inapropiados. Siguiendo con los ejemplos, y también a pocos
kilómetros de allí, en Villageriz, plantaron uno de ellos en medio de un castro
prerrománico. Al menos con un Cristo había un estudio arquitectónico y
arqueológico, y se hubiesen restaurado sus toscas murallas, limpiado los
accesos y visto en los medios de divulgación. Pero no, aquí los expertos
duermen, la chatarra campa a sus anchas y con tanto “molino” la electricidad se
encarece como por arte de birlibirloque.
A mi nadie me ha
preguntado, pero como amante del terruño, de sus cosas y tradiciones, he
sentido la necesidad de dejar mi opinión. Sin duda llamaría a la sensatez, y a
la protección de un conjunto atractivo y elegante. No justifico en absoluto las
obras de hace 50 años, como no me parecen razonables otras que no sean de
refuerzo y consolidación de este icono cabreirés. Apelo al pensar y sentir de
la mayoría de las gentes de la comarca para que nunca falte por donde subir a
visitar, lo más cómodamente posible en atención al máximo público, a esta
atalaya al cielo de la Cabrera. Habrá quien llegue por curiosidad, quien lo
haga por culto, otros vendrán por senderismo, y tampoco faltarán los amantes de
la arqueología. También alguien parará en la carretera para observar la
imponencia de la estatua, y quienes pasen de largo maldiciendo, víctimas de su
complejo religioso; será lo que llaman diversidad de opinión, para lo que necesitan
las mismas dosis de tolerancia.
Por iniciativa de un
grupo de cabreireses, orgullosos del castillo y su morador, este domingo 13 de
septiembre, se organizó un ascenso, un asalto al estilo de los viejos tiempos.
Pero las armas no eran violentas y sangrantes, esta vez las hordas subimos con
alegría, en son de paz. No faltaron las enseñas y Pendones, también como
antaño, a las que me he unido en el reto de convertir por segunda vez el
desafío al viento y a la pendiente, en quien sabe si preludio de muchos más y de frecuencia anual.
Tampoco faltó la oración, en forma de misa campera, dando sentido a la
costumbre, a la imagen religiosa, y al modesto altar levantado hace 50 años para
tal efecto. Y el testimonio de Gloria Teresa, quien aquel lejano 5 de
septiembre de 1965, siendo niña, recitó una poesía en la inauguración, y de
nuevo nos brindó sus palabras. No faltó tampoco la comida de hermandad en La
Llama de Truchas, ni la música y los bailes correspondientes, ni una pequeña
exhibición pendonera… me ha gustado esta fiesta, y me gustaría volver.
Y si le preguntáramos
al Sagrado Corazón, suponiendo que las piedras pudieran hablar, a buen seguro
que se vería orgulloso de sus vasallos. Gentes de todas las edades y pueblos, muchas
repitiendo la visita de hace 5 décadas, unidas en un acto traicionado en el
último momento por una pequeña, pero fría lluvia. Le llaman “faro”, y puede que
ninguna luz cueste menos e ilumine más la Cabrera Alta que este Señor coronando
su Castillo, un símbolo de confraternidad de esos que tan escasos estamos. Sin
duda, ha sido un placer haber llegado a sus pies.
P.D.- Relación de
pueblos y Pendones participantes en el II reto de subida al Sagrado Corazón
(Perdón, seguro que me olvido de alguno): Baillo, Bodegueros, Cunas,
Genestacio, La Cuesta, La Bañeza, La Milla del Páramo, Miñambres, Palacios de
la Valduerna, Poza de la Vega con la vara del Santuario Virgen del Campo de
Vidriales, Quintanilla de Yuso, San Román de la Vega, Santa Catalina de Somoza,
Torneros de la Valdería, Truchillas, Valdavido, Villar del Monte, Villarabines
y Corporales en la exhibición. Y también mención para los pendoneros venidos de
otros pueblos para ayudar con su destreza y soltura con estos Pendones a superar
el recorrido. Para muestra, el Pendón de Villar del Monte llegó sin gente, solo
Natividad Villoldo y su acompañante, ambos de avanzada edad. Rápidamente se
reunió un grupo, formado por Álvaro, de Turienzo Castañero; Gelo, de Sopeña y
Carneros; Saúl, de Castrocalbón; Javier, de Fuente Encalada; Jose, de Alija del
Infantado; Cesáreo, de Felechares de la Valdería, y el que suscribe, de Ayoó de
Vidriales, a quienes nos concedieron el honor de vestir y llevar su enseña
hasta la meta. Este es el auténtico espíritu pendonero. Y a por la siguiente,
que será en… ¿Castrotierra?
El Sagrado Corazón a vista de dron:
(Javier Fernández Lozano)
Homilía de la misa de inauguración de la estatua del Sagrado
Corazón sobre el castillo de Valdavido, Truchas (León) el 5 de septiembre de
1965. (ElCabreirés.com)
Nació alta y esbelta,
para ser libre de viajar, con el cargo aprendido de nuestra mejor embajadora
por toda la vecindad y más allá. Acabamos de celebrar el primer aniversario de
su puesta de largo, y para tan señalada fecha ha vuelto a casa vestida con sus
sedas color de cielo, calurosamente arropada por sus nobles y distinguidas
hermanas, para honrar de nuevo al valle que representa y enaltece en su periplo
comarcal. Porque allá donde va, la he oído decir - “soy vidrialesa, zamorana, y
mi Dueña y Señora es la Virgen del Campo”. Personalmente la he acompañado por
La Bañeza y sus tierras regadas por el Órbigo, por la vecina Valdería, por el
valle del Duerna, también visitando su otro hogar en Castrotierra, por el valle
del pequeño Jamuz, por tierras palentinas donde encontró tan buena gente, o por
la maragatería, al ritmo del “que te rompo un pié”. ¡Cuantos amigos, solicitando
amistad y compañía, cuanta hermandad!
Campanas y Pendones
llamaron a fiesta de nuevo en Vidriales en torno a su céntrico santuario. Día
soleado, con la brisa adecuada para refresco de romeros y agitar de paños. Ya a
media mañana la pequeña iglesia de Carracedo se encontró desbordada por los
ires y venires de visitantes, folclóricos y pendoneros, y por cuantos querían
acompañar al patrón del valle, San Lucas del Espíritu Santo, y a sus
estandartes hacia un esperado y emotivo encuentro. Un agradecido refrigerio
gestionado por la Cofradía, las primeras músicas y bailes, e iniciamos la
marcha.
Pequeña parada en el
pueblo de San Pedro de la Viña, para dar un salto que se nos hizo tan corto
como agradable bajo el mítico y enigmático “Castro”, y hacia la una allí estaba,
esperándonos, la que sería una anfitriona generosa y amable. Tras el saludo
entre patronos, la procesión por el camino que tantas generaciones de romeros
recorrieron con fe y respeto. Y misa solemne, y cánticos de gloria, donde
antaño los jornaleros que partían a tierra de Campos venían a solicitar tutela
y protección para el duro verano lejos del hogar. Caminando por la pradera donde
hasta no hace tanto se mercaba el ganado, o lo necesario para reponer ajuares,
despensas o aperos. Renovando tiempos de encuentros de mocedad, de escaramuzas
y besos robados. Recordando los años de niñez internada en la preceptoría,
adquiriendo los conocimientos que dieron solidez a tantas ilustres vidas… Solo
es necesario cerrar los ojos para respirar el acervo heredado y casi perdido de
Vidriales, y que vuelve a flote de forma natural.
Sábado 29 de agosto,
final de solemne novena; recordando a Santa Teresa de Jesús y dedicada a todos
los pueblos del valle. Cada ejercicio diario dirigido por D. Vicente Miguelez,
P. Carlos Cristóbal, D. Miguel Hernández, D. Víctor Manuel Murias, D. Pedro
Aparicio, D. Pedro Centeno, D. Aurelio Miguélez, D. José María Francisco Vecillas,
y por D. Ricardo Fuertes. Y sábado, II desfile de Pendones por el Valle
Vidriales, participando los pueblos de Alija del Infantado, Calzada de la
Valdería, Castrocalbón, Genestacio, Jimenez de Jamuz, La Bañeza, Palacios de la
Valduerna, Quintana del Marco, San Esteban de Nogales, Santa Catalina de
Somoza, Santa Cristina de la Polvorosa… y grandes pendoneros venidos de Poza de
la Vega, Sopeña y Carneros, Castrotierra, Santa Elena de Jamuz, Soto de la
Vega, etc,… más de 300 entusiastas reunidos para aportar colorido y distinción
a un acontecimiento único y ya imprescindible en la comarca del Almucera.
Terminó la fiesta,
dicen que con satisfacción; es hora de recoger. Ella descansa y espera, pronto
la vendrán a buscar. Creo que para Benavente y los Valles, al pueblo de Maire
de Castroponce, iniciando el recorrido en el puente de la Vizana, en la Vía de
la Plata. Allá iremos, Dios mediante, para crear o continuar lazos de afecto. Algunos
días antes, alguien vendrá a buscarla, otros saldremos a despedirla. Vara del
Pendón de la Virgen del Campo, te esperaremos en Vidriales cada último sábado
de agosto, como comienza a ser tradición. Mientras tanto seguiremos tus pasos
con fidelidad; lo tenemos prometido.