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lunes, 13 de junio de 2011

Luna lunera




El próximo día 15 de junio tendremos un eclipse total de luna visible desde España. Buen motivo para repasar curiosidades de la relación con nuestro satélite natural. Que la luna tiene influencia sobre la tierra es evidente. Y que sobre este tema existe mucha fantasía o en algunos casos provecho, pues creo que también. Es difícil convencer a nadie de lo que ciertamente no se puede comprobar, a no ser echando mano de la ciencia, y aún así prevalece la incredulidad, (como el famoso y discutido viaje a la luna), y por no razonar se aplica esa vieja frase: “eso siempre ha sido así” y punto. Ya iremos viendo. Para mí, tres son los efectos que más nos conciernen: primero y principal, la atracción gravitatoria. Poco nos puede importar que la tierra ejerza una fuerza sobre la luna 22 veces mayor que viceversa, nos importan nuestras mareas, hemos aprendido a vivir con ellas y aunque parecen sencillas de explicar, se necesitaría muchísima imaginación y conocimientos de astrofísica para poderlas comprender. Y si no ¿como entender que si la órbita completa de la luna tiene una duración de 24 horas y 50 minutos, las mareas se produzcan en la mitad de tiempo? La atracción tampoco es uniforme, en Panamá, por ejemplo, en las costas del océano Atlántico la marea apenas se nota, mientras que en las del Pacífico el mar, dos veces al día, se retira centenares de metros. ¡Y ambas costas sólo están separadas 80 kilómetros! Estas consecuencias son reclamos recurridísimos para mi segundo efecto: el relacionado con el ser humano y sus actividades diarias. Aquí la tradición, o la ignorancia, (en el buen sentido de la palabra), lo que podríamos llamar sabiduría popular, tiene montones de dichos, refranes, mitos y supuestas e ineludibles normas jamás avaladas por estudios rigurosos realizados, por lo que o se les hace caso omiso o se siguen “por si las moscas”. El sexo de los niños que han de nacer, o los partos, ya que la menstruación tiene una periodicidad parecida a la luna y el embarazo dura 10 meses lunares, y las uñas, el pelo o las heridas, dicen, dependen del influjo de nuestro satélite. A él también se culpa del estado de ánimo de algunas personas, los lunáticos, y se dice que es donde vamos a parar cuando estamos distraídos: acabamos en la luna. En las zonas rurales, donde la imprevisible agricultura está sujeta a factores como humedad o sequía, calor o frío, tormentas, heladas, etc., era de esperar que la luna también aportara su granito de arena, y contamos con cientos de propuestas, algunas veces contradictorias, para la siembra, plantación, corta o poda de todo tipo de plantas. Múltiples normas que son casi imposibles de seguir por quienes más las necesitan, los profesionales. Y la ganadería, más de lo mismo. Curiosamente, a la hora de consultar la luna, he podido comprobar que mucha gente piensa que menguante (y sirva esto igual para creciente) comienza cuando el calendario dice cuarto menguante, cuando realmente la luna comienza a menguar en cuanto llena, es decir, la mitad de la lunación es menguante y la otra mitad es creciente, y a esto hay que sumarle los instantes que llena y que es nueva, apenas unas horas. Y más curioso todavía, que el mayor efecto de la luna sobre las civilizaciones occidentales y por extensión casi al resto del mundo es el menos conocido, comentado y protestado: la Semana Santa. Efectivamente, en nuestro calendario, el calendario universal y del comercio, el domingo de Pascua es el primero con luna llena después del equinoccio de primavera. Y esta regla está por encima del clima, del turismo, de las vacaciones y de los gobiernos. Y el tercer efecto, ampliamente estudiado y reconocido, es mi preferido. La fascinación que siempre ha provocado nuestra compañera, y que ha quedado ampliamente registrada en infinidad de esculturas, pinturas, poesías, novelas, canciones,… aunque los primeros dibujantes del Paleolítico Superior nunca la incluyeran en sus pinturas rupestres, ni al sol ni a las estrellas, ellos sabrían por qué. La luz robada al todopoderoso sol para regalárnosla en las oscuras noches, ha dejado frases como la que escribió Gustavo Adolfo Bécquer: “En el majestuoso conjunto de la creación, nada hay que me conmueva tan hondamente, que acaricie mi espíritu y dé vuelo desusado a mi fantasía, como la luz apacible y desmayada de la luna”. En las observaciones astronómicas la cercanía la hace especial, su castigada superficie resaltada en el terminador nos revela lo que nuestra atmósfera ha evitado y borrado de nuestro planeta, un pasado tortuoso por una lluvia difícil de imaginar. La luna, la mentirosa luna, la que nos enseña su cara con la C de creciente cuando mengua, la que parece mas grande cuando sale que cuando está alta en el cielo, la que eleva ingentes cantidades de agua pero es incapaz de mover el más tierno plumón de pollito, la que conoce cada milímetro de nuestro mundo y nos oculta pícara su otra mitad, la que presume de lo que no tiene y además nos prohíbe ver otros espectáculos celestes, como las lluvias de estrellas o el halo de los cometas…, ésta mentirosa es la mejor compañía que podríamos pretender, la que como fiel perrito nos sigue y entretiene con sus gracias en nuestro aburrido viaje sideral. Yo no sé enlazar palabras bonitas como Bécquer, pero recuerdo y le dedico aquella infantil tonada: Luna lunera, cascabelera, bajo la cama, tienes la cena. Aunque aún desconozco lo que esto significa.



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