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domingo, 21 de julio de 2013

Villageriz, palco de Carpurias



La sierra de Carpurias es parte de la alineación montañosa que desciende desde el Teleno, dividiendo física y políticamente dos provincias, León y Zamora. Hacia León la Valdería y el bajo valle del Éria, regado con este nervioso río; hacia Zamora el valle Vidriales con su apacible Almucera. Sin duda alguna, Carpurias es un lugar fascinante, el vértice geodésico señala 996 metros de altitud y está coronado en su parte central por un yacimiento de incalculable valor arqueológico, el castro de Labradas. La mitología popular sitúa allí el refugio de un gigante con un solo ojo, un cíclope, enamorado de la pastora que le subía leche y otros alimentos para que no molestara a los lugareños con sus travesuras. Dicen que un día la pastora se tuvo que marchar con su familia, y desde entonces el gigante de la peña algunos días suspira, brama y llora provocando dañinas tormentas rojas que asolan la comarca. El término Carpurias se suele usar también para menospreciar, supongo que es solamente por su sonoridad. Pero lo que me parece interesante es el origen de esta palabra, desconocido, aunque hay quien apunta a la ciudad Aria de los comienzos de la edad del bronce, importante población estratégica situada bajo el vecino Castrocontrigo, que daría nombre al río y a su valle (valle de aria - Valdería). Sus habitantes serían los arios, y según otra teoría darían nombre a los pobladores contemporáneos de Vidriales, los superatios, que por deformación cambió la “t” por la “r” de los superarios, que significaría “los que viven por encima de los arios”. Carpurias también podría llevar el sufijo “aria”, (carp - aria) pero nadie ha encontrado explicación para la raíz; permitidme dar rienda suelta a mi imaginación y sugerir “carpo”, en su acepción de acosar u hostigar a los arios, o bien lugar de arios felices. Perdón por la sugerencia.

Sobre la ladera sur de Carpurias, y por tanto la ideal, está Villageriz; un pequeñito pueblo, municipio de si mismo, con una población actual habitual de menos de 40 personas, pero con una extraordinaria historia escondida incluso en su mismo nombre: Villa de Sigerico, cuarto rey godo que reinó durante 7 días en el año 415. Me quito el sombrero.

Villageriz me parece un pueblo solariego, paradigma de sus vecinos vidrialeses, con una construcción tradicional de edificios y cuevas (bodegas), y elevado según la antigua necesidad defensiva y de aprovechamiento del terreno para usos agrícolas o ganaderos. Algunas fuentes naturales, hoy secas, fluían refrescando las necesidades de sus pobladores. Es de señalar la importancia de su iglesia y de un edificio anexo destinado en su día a panera, como es necesario recordar su transcendencia en la época en la que los templarios dirigieron la actividad en la zona. Recientemente celebraron su fiesta mayor, San Pedro Apóstol, para la que volvieron a seguir la ancestral tradición de plantar un árbol en la plaza, el día de la víspera por la noche. Tarea encomendada a los quintos, a los que ayudan los jóvenes de edad y de espíritu. Este rito es común en muchos lugares de España, con nombres diversos, como árbol, mayo…, en Villageriz se le llama “ramo”, por el cuidado en elegir, cortar, transportar e hincar el árbol mas grande y frondoso que los jóvenes, en un alarde de gallardía, pudieran exhibir el día de la fiesta de su pueblo. Este solía ser de chopo, álamo o fresno, en los límites físicos de lo bello y posible.

Me han contado que antiguamente se cortaba “a machado”, y se portaba a hombros de los garridos mozos; más tarde se buscaba un carro, la mayor parte de las veces abandonado y destartalado, y tras meterle las ruedas el agua para evitar que se desarmaran, cargaban en él las ramas y empujaban cuesta arriba hasta la plaza. Al terminar se “corría el carro”, o sea, se daban vueltas con él a la carrera por el pueblo, por sus subidas y bajadas, para hacer ruido y terminar, el carro en algún lugar inaccesible y los mozos en la cueva, regando con vino detalles y andanzas de aquella noche loca. Todo esto con nocturnidad, sin la ayuda de las farolas, porque éste es un bien reciente. El árbol solía ser robado, a poder ser de algún forastero que tuviese parcelas en Villageriz; así cuando se diera cuenta de la falta era demasiado tarde. No siempre se quitaba de la plaza al acabar las fiestas, algunos años para hincar el nuevo era preciso retirar el viejo.

En la década de los sesenta, la disputa por la representación de la comedia anual, terminó aquel año dividiendo la juventud, y… “echando” dos comedias. A raíz del hecho también hubo dos ramos, el oficial y el de “la revolución”, que fue la encina más torcida y desgarbada que los mozos separatistas encontraron en todo el monte. Últimamente el tractor facilita el proceso, y suple la falta de personal; todavía no hay obstáculo para continuar la tradición de adornar así la plaza para la fiesta. Me gusta ir a Villageriz, no en vano allí tengo también mi “segunda familia”. Me gusta subir y bajar sus calles, o seguir la enrevesada carretera hasta lo más alto, y desde allí mirar en lontananza a Vidriales, y a mi querida Valdería. Y me gusta caminar por lo alto de Carpurias, imaginando la vida de unos hombres que encontraron aquí refugio y hábitat, y que hoy unos gigantes de acero y fibra recogen la energía del viento y la entregan muy dentro de nuestras casas. Mira, éstos no me gustan, pero los acepto, al fin y al cabo aportan riqueza y movilidad a las yermas rocas, y una importante fuente de ingresos al pueblo que impasible observa desde un maravilloso palco. ¡Hay!... si el rey Sigerico levantara la cabeza…

























domingo, 14 de julio de 2013

Solución al acertijo


Por los comentarios creo que quedó clara la solución. Es un acertijo pícaro, divertido, con un doble sentido que nos lleva al famoso refrán: “No hay palabra mal dicha, si no mal interpretada”. La escena es de un pasado cercano, en el que una moza recolectaba el fruto del campo, que bien pudiera ser verdura, almacenada y atada en “feijes”, o durante la siega, que con gavillas se hacen manojos y con éstos las moreras. El mozo podría ser un pastor con cabras, o un hombre con el burro “de ramal”, que necesita cruzar la parcela y pide permiso a la dama. Ella le advierte que los animales podrían destrozar su trabajo, así que esté atento, que pase con cuidado. Las máquinas han hecho olvidar estas bellas escenas de trato campesino, ayuda comunitaria, relaciones sinceras de gentes humildes sin mayor pretensión que la autosuficiencia. El lector de más de 50 años sabe a que me refiero. Para ellos dedico este par de artículos, por haber hecho lo correcto.
Para las fotos el burro rural “Bustamante” y unas hermosas espigas de trigo del campo vidrialés: el “peludo”, y lo “pelado”. ¡Cuanta añoranza!


viernes, 12 de julio de 2013

Acertijo


Encontrándose una moza
de labores por el campo,
acercósele un buen mozo
que la saludó, educado:
-Buenos días, vidrialesa,
Dios te ayude en el trabajo.
-Buenos días, barbatiesa,
¿a qué santo me has llamado?
-Vengo de paso y me veo
a preguntarte obligado:
¿Puedo meter mi peludo
entre lo tuyo pelado?
-Por preguntar, puedes, hombre,
pero con mucho cuidado.
Y aquí viene el acertijo:
¿sabéis de lo que han hablado?

P.D. - En unos días la solución, para que penséis un poco.

miércoles, 10 de julio de 2013

Instalación de una cocina económica


Lo prometido es deuda. Llevo un tiempo buscando la ocasión óptima para este artículo: llegó ese día y la obra perfecta. Dedico este reportaje a los amigos de las energías renovables y su respeto por la naturaleza, y que en base a estos principios buscan la máxima relación calidad – precio para el ahorro en tiempos de crisis o de bonanza, (qué más da); a quienes saben disfrutar del calor natural en la simpleza de lo tradicional, y recopilan información en la red para su proyecto.

 A través de las fotografías, intentaré aportar mi granito de arena para la instalación de una cocina económica, en este caso recuperada y adaptada a las medidas estándar de los muebles de cocina. Se ha buscado la integración y el aprovechamiento de espacio, y por supuesto su máximo rendimiento. Se trata de una cocina de la prestigiosa marca Hergom, el modelo abierta nº 8.


 Para comenzar es necesario situarla física y mentalmente en el lugar elegido, marcando la altura final con su nivel, y los espacios laterales para comenzar, puesto que luego no permite correcciones. Yo he usado ladrillos de hueco doble y mortero en la proporción aproximada de 7 partes de arena y 2 de cemento, y ladrillo refractario para la hornilla.


Aconsejo tomar muy bien las medidas de la cocina, las más importantes son: la del registro de limpieza, que es una pequeña tapa en la parte inferior (debajo del horno), y la anchura del frontal (hay tantos modelos que lo mejor es tomar medidas directamente y marcar sobre la pared). Se comienza construyendo una plataforma 2 cm por debajo de la boca del registro de limpieza, recta y lisa, en la que habrá que tener en cuenta también lo que sobresale en los laterales, mínimo 7 cm, (Plataforma = ancho de frontal más 7 cm por cada lado, o lo que se necesite) para no hacer pegotes después.

 De ese nivel partirá la chimenea, a poder ser incrustada en la pared, en la que se colocará la trampilla del tiro y el otro registro de la chimenea a una altura aconsejable para hacer cómodo el uso, (estaría entre 1,10 y 1,50 del suelo).


Sobre la primera base se presentará la cocina, calzándola por delante y detrás, en la parte derecha del horno. Se nivela y se vuelven a comprobar las medidas, para que al colocar la encimera de fundición llegue a la altura elegida y en el ancho de los muebles de cocina.

En su parte izquierda, se comienza a rellenar de ladrillo dejando sitio para el cajón de la ceniza, apoyando por debajo el horno unos 5 cm. Más arriba se coloca la rejilla de la hornilla y después se continúa hasta un par de cms por debajo de la encimera. Hay que tener en cuenta los huecos del frontal, que queden libres y con espacio para el revoque (Observar las fotos).




A continuación por el lado derecho, teniendo cuidado de no ocupar con la mampostería el lugar del calderín de agua, ni dejando esquinas interiores rectas, porque el humo circula mejor si encuentra formas curvas.



Se termina la hornilla con los ladrillos refractarios, mojándolos para una mejor fijación. Por último, un cordón de mortero para asentar la encimera, los azulejos laterales y … “voilà”, a disfrutar del calor natural y de la cocción lenta y limpia.



 Le envío un saludo a mi amigo y cliente, orgulloso de su cocina económica, por permitirme hacer fotos de su casa. Muchas gracias, ha sido una obra placentera; que la aprovechéis con salud.


- ANTES -



- DESPUÉS -