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jueves, 29 de mayo de 2014

A un manantial perdido.




Serían incontables, las rodillas que en ese lugar se hincaron sin sumisión, o los labios que besaron exentos de amor. Por entonces, la yerba del sendero se había olvidado de crecer, bajo los pies y patas de tantos que buscaron en este santuario remedio para sus secos adentros. Paso obligado, cuando el camino llegaba más lejos, y también cuando no llegaba. Antaño ofrenda venerada, sin un mal estorbo que ocultara lo que no necesita veneración. Pero no se cual hechicero llegó de lejos para quedarse y erigir la desavenencia con la madre tierra. Sus sucias uñas acabaron sembrando zarzas y malezas en su derredor, al arrancar las gentes para donde solo por corto tiempo pudieran regresar. Y aún volviendo, su brote fresco y transparente se volvió prescindible, y su almacén inútil. Testigo mudo del descuido, su alegría se perdió cuando el óxido carcomió la férrea flauta que desgranaba notas en el pozo de reflejos de sol. Apenas sobrevive envidiando los sones del viento entre las arpas aéreas de los vecinos árboles. Querría recobrar la belleza, perder la afonía, pero su aliento resbalaba sin un mal murmullo casual…
Despierta, fuente eterna, hoy es tu día. Mira al azul de nuevo con carita alegre y frente despejada. Que resople tu gárgola con la fuerza de los mares, para encontrar en tu mandil las perlas que nunca debieras haber perdido. Que vuelvan las reverencias y los besos, y las bocas de las barrilas que hinchan las alforjas de los sedientos labriegos. Que las chispas rutilantes del nocturno se reflejen en tus lágrimas, porque cuando venga el sol las secarán para siempre: un caminante se ha sentado en tus brazos para dejar volar la escritura en el páramo del papel, te ha ofrecido sus manos para vitalicia amistad y ha soñado a tu lado, contigo. Le he oído prometerte fidelidad en nombre de cuantos te amaron; prepárate, pronto recobrarás la belleza. Canta, pues, y cuando desees compañía, mezcla tus versos con los pasos de los viajeros, sólo así sabrán que no estás dormida. Fuente de la Peña, repararemos tu desidia.









domingo, 18 de mayo de 2014

Bernardino.







Parece que fue ayer, y ya suma más de cuarto de siglo el tiempo que he añadido, orgulloso, a mis apellidos el de vidrialés. Casa, gente y costumbres nuevas… y amistades nuevas. Si lo primero vino rodado de la mano de mi compañera, en lo segundo puse gran interés; unos buenos amigos son un lujo para afrontar el diario acontecer. Personas con quien “echar unas risas”, o también arrostrar esos malos ratos que compartidos siempre son menos malos. Sin duda uno de los primeros y de los buenos, si no el primero, fue Bernardino. Elegí la albañilería como profesión, y él llevaba el tema metálico; desde un principio nos fueron complementarios oficios y personalidades. No fue difícil iniciar una relación laboral y personal tan estable que sobrepasa los 25 años sin un solo malentendido. Hoy me apetece dejar constancia de este hecho en mi querido blog, en agradecimiento por todos estos años de sincera amistad.

Bernardino es nieto de su abuelo. Como todos, diréis. Pues sí y no, porque no todos tenemos el privilegio de ser nietos del ti Silverio; fue una extraordinaria persona muy conocida entre nuestros mayores por su ingenio y su agudo e innato sentido de humor. Si “de casta le viene al galgo”, por alguno de los genes mi amigo heredó la alegría y perspicacia de su abuelo. Con todo el respeto del mundo, al conocer su honroso ascendiente, decidí apodarlo “Silvester”; el trato y el tiempo me ha dado la razón. No voy a dedicar éste artículo a alabar personal o profesionalmente a Silvester, trabajador como nadie, fino y detallista, si no a relatar algunas de sus muchísimas anécdotas de su vida que hacen agradable e imprescindible su compañía.
La primera ocurrió siendo niño en Congosta de Vidriales, su pueblo natal, víctima de aquella costumbre de colocar en la iglesia a los niños en el primer banco, en lugar de hacerlo al lado de una persona mayor y responsable. Y los niños son niños, y todos hemos pasado esa etapa, la de la revoltosa inocencia. Aquel domingo los chavales tenían el día tonto; y claro está, Silvester no se quedaba atrás, si no que aportaba al conjunto todo su potencial humorístico, disimulado en lo posible, aunque era evidente en toda la iglesia lo que en el banco pasaba. En el momento de la comunión del sacerdote, Bernardino dijo, lo suficientemente alto para que lo oyeran sus compañeros:
- Que te “atraguellas”… (atragantas)
Y cuando tomó el cáliz…
- Que te “pingas”… (manchas)
Al finalizar la misa, el señor cura les dijo a los asistentes:
- Esperad un momento.
Bajó del presbiterio y reprendió con un cachete a todos y cada uno de los chavales; Silvester estaba el último y más por el efecto de esquivar que por la dureza del castigo se le fue la cabeza y golpeó la imagen que estaba a su lado, concretamente en el cuerno de una vaquita de San Isidro, rompiéndoselo. Todavía hoy, la vaca sigue descornada, aunque en breve trataremos de ponerle remedio.





El “que te atraguellas” y el “que te pingas” , como otras muchas de sus frases han sido recurso en incontables veces para animar las reuniones; en el bar o en las de nuestra peña, fundada por Silvester, Celso el panadero, Miguel el cuete y el que escribe. A la hora de ponerle nombre al grupo, y diseñar, como Dios manda, unas camisetas tuneadas, llamé a Silvester desde el taller de diseño para concretar uno de entre los varios nombres que teníamos pensados. Casi no le entendía, pues a su lado un perro ladraba sin descanso.
- ¿Pero qué es tanto ruido?, - le pregunté.
- ¡Ah!, es el perro, que “tien” catarro, - me contestó.
Colgué el teléfono y le dije al diseñador:
- Ya tenemos nombre: El perro tien catarro.
Cuando nos recuperamos de las risas, hicimos el logotipo; un perro con una jarra de cerveza en la mano: nuestra bandera y lazo de unión para juntarnos sin motivo aparente en el bar, en algún lugar particular, o mejor, en la cueva (bodega) a degustar cualquier manjar, aunque éste nunca es lo importante. Paella, callos, cordero, pollo de corral, bacalao, marisco de pocilga… cualquier cosa ha sido buena, bien regada con vino vidrialés, para compartir en excelente armonía. Nuestros invitados han sido testigos.
Para una de las últimas reuniones, nos llamó a todos a media mañana Bernardino: la cena era en la bodega. Había ido a un pueblo a llevar una ventana de aluminio, y como es costumbre, el cliente lo invitó a pasar hasta la cocina para pagarle. Allí estaba la señora de la casa desplumando un espectacular pollo de corral. Silvester hizo trueque: ventana por pollo, que llevó a la abuela María Luisa para que nos lo cocinara a la antigua usanza en la típica cazuela de Pereruela. Otra noche memorable…

No podría dejar de contar anécdotas de días felices, pero… también a los días soleados y apacibles le suceden violentas tormentas que oscurecen el cielo, nos sobrecogen y entristecen. Nuestro querido amigo se ha visto envuelto en una, en forma de delicada enfermedad y ha aconsejado su traslado a la ciudad, cerca del hospital. ¿Cómo describir esta aflicción? Sabe el cielo que la empatía nos ahoga, su sufrimiento es nuestro dolor, y solo un deseo ronda el pensamiento: su pronta recuperación. Bernardino, hasta ese venturoso día y desde la más despiadada de las impotencias, sabes que cuentas con nosotros para todo lo que necesites. Y recuerda, detrás de cada tormenta, el sol siempre vuelve a brillar. Un abrazo e infinito ánimo, AMIGO.




domingo, 4 de mayo de 2014

La novena de San Mamés










Uno de mayo, Día Internacional de los Trabajadores; en el santoral San José Obrero, carpintero de Nazaret, patrono cristiano de los obreros, y en Ayoó todo eso y además fiesta de Bendición de los Campos, y búsqueda de San Mamés para honrarle con la tradicional novena. Día espléndido, primaveral, campo florido y cielo azul, perfecto para bajar unos cuantos a la ermita y encontrarse en las escuelas con la procesión; la insustituible Virgen del Rosario sale a esperar como buena anfitriona al invitado de honor. Todo simbolismo. Allí nuestro querido coro parroquial entona una vez más el cántico de bienvenida:

- Mamés, prenda bella.-

Mamés, prenda bella y fina
a quien todos adoramos,
venimos a este encuentro
con la Virgen del Rosario.
A quien por Madre tenemos
todos los buenos cristianos
y esperamos que un día
Ella nos lleve a su lado.
¡Oh! Glorioso San Mamés,
que alegría en este encuentro,
que con todos tus vecinos
a la iglesia nos iremos.
Allí haremos la novena
en muy buena compañía
de la Virgen del Rosario
que es nuestra abogada y guía.
Y también de El Salvador,
patrón de la Iglesia misma
donde todos sus devotos
le vienen a hacer visitas.
Allí le pedimos todos,
cada cual lo que creemos,
interceda por nosotros
al Rey supremo del Cielo.
También le pedimos todos
nos dé ayuda a nuestros campos,
nos conserve nuestros frutos
que tanto necesitamos.
No te olvides de nosotros,
que con fe te lo rogamos,
nos ayudes en salud
y también en los trabajos.
¡Oh! Glorioso San Mamés,
de veras hoy te pedimos
que bendigas nuestro pueblo
y también a sus vecinos.
Y volvemos todos juntos
caminando hacia la Iglesia,
y todos con mucha fe
rezaremos la novena.

Concluido, Don Miguel procedió a bendecir los campos, otro ancestral y agradecido rito en los pueblos agrícolas, y de vuelta a la Iglesia el volteo de las campanas propagan las señales de fiesta. Este año, y puede que siente precedente, al no poder celebrar en Ayoó la Solemne Vigilia Pascual, con bendición del fuego y encendido del anual Cirio Pascual, y bendición del agua para que quien lo desee  pueda llevarse un poco a su casa, se bendijo el agua este día, ideal por su contenido espiritual. Al finalizar la misa, otro cántico inicia la novena, es el:

- Himno de San Mamés -

Pues de favores os llena
el alto Rey Soberano,
dadnos, San Mamés la mano
para gozar vida eterna.
De nobles padres nacido
nuevo esmalte a su nobleza
dio la invicta fortaleza
con que la fe has defendido,
timbre tan esclarecido
de ignominia al gentil llena.
Pastor, en la soledad
pasaste tus tiernos años
con mas sabios desengaños
que prometía tu edad,
dando la eterna verdad
del mundo tu alma enajena.
En alta contemplación,
levantado sobre el suelo,
águila, volaste al cielo
a hacer tu nido y mansión,
paga de tal devoción
fue ataros a una cadena.
Aunque aprisionado estabas,
libre era tu caridad
pues pusiste en libertad
a los que en prisión hallabas;
con tal piedad irritabas
de los gentiles la pena.
Por rendir tu fortaleza
a las fieras te arrojaron,
mas a tus pies se postraron
sin dar señas de fiereza;
a tu natural braveza
sagrado respeto enfrena.
Reducidos a carbón
no pudo la llama ardiente;
late entre tu pecho ferviente
más divina inflamación;
arrancaste el corazón,
por eso el juez te condena.
Sacadas ya las entrañas
en tus manos las llevaste,
así del rigor triunfaste
con victorias tan extrañas;
de tan gloriosas hazañas
tu fama en el orbe suena.
En premio de tu fe al cielo
te hizo de mal espanto,
en quien nunca hubo quebranto
no ha quebrado consuelos;
premiado ve su desvelo
al que te invoca en su pena.
Finamente enamorado
de la soledad estaba,
tanto que perdido andaba
por no dejar su ganado,
allí del cielo una voz
bajar al valle le ordena.
En fin, dejando tormentos
que pudiera referir,
como anhelaba morir
por Dios logró sus intentos,
pasó a la Patria luciente
este lucido planeta.

Al finalizar, si el tiempo amenaza la fertilidad de los campos por defecto o demasía de humedad, se invoca al santo pidiéndole lo que se necesita, con una de estas dos estrofas:

San Mamés, Mártir glorioso
que en el cielo está tu asiento,
pide a Dios que no dé agua,
los campos están mojados.

San Mamés, Mártir glorioso
que en el cielo está tu asiento,
pide a Dios que nos dé agua,
que los campos ya están secos.

Antes fueron nueve días de acogida; ahora, con el fin de facilitar la participación de la gente, la “novena” es del primero de Mayo al sábado segundo. Ese día la procesión parte de la Iglesia a la ermita, la rodea de derecha a izquierda y se tiene la que para mí es la más sentida y devota misa a San Mamés, para volver en procesión a la Iglesia entre el volteo de sus campanas. En la ermita otro cántico, modificado en algunas estrofas para la fiesta del 7 de agosto, dice:

- San Mamés, prenda querida –

San Mamés, prenda querida,
a tu casa te llevamos,
te hemos hecho la novena
todos juntos de buen grado.
¡Oh! Glorioso San Mamés
lucero resplandeciente,
tus devotos te veneran,
los tienes aquí presentes.
Te damos gracias por todo,
de los bienes que has dado
te seguiremos pidiendo
porque nunca te olvidamos.
Intercedas por nosotros
a la Virgen del Rosario,
al Rey, Señor de los Cielos,
que nos sigan ayudando.
Que nos den fuerza y paciencia
para llevar los trabajos,
también las enfermedades
si las estamos pasando.
Por los mayores y enfermos
que no pueden acompañarlo
le pedimos les ayude
y les dé su santa mano.
También por nuestros difuntos,
que tanto te recordaron,
con mucha fe te pedimos
que les hayas ayudado.
¡Oh! Glorioso San Mamés,
de veras hoy te pedimos
que bendigas nuestro pueblo
y también a sus vecinos.
Con esto nos despedimos,
aunque mucho te visitamos,
que, si Dios quiere, en agosto
grande fiesta celebramos.
A este bendito santo
le damos la despedida,
que defienda nuestras almas
en la última agonía.

Y como decimos sus devotos… Amén.

Un amable lector del blog me ha dejado un par de grabaciones de los himnos. Muchas gracias, ya tomaremos algo, invito yo.
https://dl.dropboxusercontent.com/u/269418529/M%C3%9ASICA%20VIDRIALES/Ayoo-Himno%20San%20Mames.mp3
https://dl.dropboxusercontent.com/u/269418529/M%C3%9ASICA%20VIDRIALES/Ayoo-Mames%20prenda.mp3