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lunes, 4 de mayo de 2015

2015 - 1965 = 50




Al reloj, devorador de horas:

Escucho tu soniquete
de tan solo dos palabras:
tic, tac, tic, tac y no callas,
ni descansas ni te duermes.

Ya llevas, con paso corto,
cincuenta, y no son minutos;
que son años, a lo bruto,
dando vueltas como loco.

Qué te he hecho, me pregunto,
para controlar mi vida,
dirigirme la barriga,
poner a mi quehacer punto.

Observo que, y no es de risa,
intolerante aparato,
si yo descanso un buen rato
tu caminas más aprisa.

¿Por qué sacudes mi sueño,
con lo a gusto que yo estaba?,
parece imposible que haga
tal ruido algo tan pequeño.

Que no duermo por vagancia,
necesitamos descansar;
como tú no quieres parar
molestarnos te hará gracia.

Aligeras en los viajes
justo al momento de embarcar;
si te enredas han de arrancar
y ahí te quedas, a ver que haces.

Al contrario, cuando es pronto,
te miro al menos cien veces:
si no paras, lo parece,
¡venga, que pareces tonto!.

¿Por qué te vuelves borroso
y tiemblas en mi mano…?
¿no ves que voy para anciano…?
¿a qué juegas, so mocoso?

Eres malvado y lo sabes,
soy reo de tu capricho,
mira te lo tengo dicho…
¡que te rompo y ya no vales…!

Son cincuenta y ya son años,
los que llevo junto a ti,
no te quiero ni tú a mí,
e imposible separados.

Así pues, hagamos trato
para el tiempo que me queda:
deja acabar mi tarea,
¡por hacer me queda tanto…!

Alárgame los minutos,
que más despacio camino;
yo quiero seguir contigo,
continuemos viaje juntos.

Y cuando al fin digas basta,
contento te diré, amigo,
por haberte conocido
plena y feliz llevo el alma.

ETJ









A mi madre, Ana María, quien con tanto amor puso en marcha mi reloj:


GRACIAS.



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