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domingo, 13 de noviembre de 2016

La “Bellum Asturicum” en Ayoó.


El cuento de Albert Uderzo y René Goscinny, la genial historieta de “Axtérix el galo” que se desarrollaba en una aldea ficticia al noroeste de la galia, parece haberse copiado de la Hispania romana, y esto no es cuento. No fue en el 50 a. C., sino un poco más tarde, hacia el 28 a. C. cuando el emperador Octavio Augusto abre las puertas de par en par del templo de Jano en Roma en señal de guerra total, y parte hacia la última resistencia al sometimiento romano. Es el inicio de las Guerras Astur-cántabras, y los irreductibles no son galos, son astures y cántabros, según el historiador Orosio, “los dos pueblos más fuertes de Hispania”.

Pero vamos con la parte que nos toca, la que el historiador Floro llamó “Bellum Asturicum”; no por menospreciar la otra, solo por la relación con nuestra comarca, tierra de astures. En primer lugar recordar que estamos usando erróneamente el nombre que seguramente les designaran los romanos para distinguirlos de otros pueblos, y que recoge bastante bien el historiador Estrabón sin visitar nunca Hispania: “Ástoures”. Los astures tomaron el nombre del río más largo de la península que no desemboca en el mar, el Ástura, una palabra esdrújula que fue modificándose hasta la actual llana Esla. Por tanto, Astures y sus derivadas deberían considerarse palabras esdrújulas, y astur llana y acentuada, de lo contrario habría cambiado la sílaba tónica de la actual “Esla” a aguda.

Gramática aparte, volvamos con la guerra según los escritos de Estrabón. El emperador Augusto llegó a Hispania con su poderoso ejército, y en cuanto se adentró en las montañas, a una parte dirigida por él mismo parece ser que todo le fueron contratiempos. Las etnias cántabras en lugar de hacer frente se dedicaron a hostigar y emboscar al ejército invasor, torpe entre montañas y bosques, de tal forma que los obligaron a resguardarse en un campamento y detener la ofensiva. Para colmo una plaga de ratas, tan fuerte como para premiar a los mejores cazadores, les hizo la vida imposible, llegando a temer por las provisiones. También ofreció una valiosa recompensa por uno de los caudillos cántabros, Corocotta, presentándose él mismo a cobrarla y escapando luego, dejando al emperador con buen dolor de cocorota. Más tarde, en un paseo en litera escapando de una tormenta imprevista, cayó un rayo fulminando a uno de los portadores. Cuentan las crónicas que se volvió a Tarraco y dejó aquel lío en manos de Cayo Antistio Veto y Publio Carisio, la pareja azote de los astures. Las últimas palabras de Augusto antes de morir fueron: "La comedia ha terminado. ¡Aplaudid!"; parte de esta despedida algo pudieron tener sus peripecias en Hispania.

Es aproximadamente el año 25 a.C. cuando tres legiones, la Legio X Gemina, la Legio V Alaudae y la Legio VI Victrix vencen al grueso astur y atacan su ciudad Lancia, aún por determinar su situación; todo ello por la traición de la tribu astur de los brigaecinos, (¿Benavente?¿Fuentes de Ropel?). A la muerte del emperador Augusto, el senado cambió el mes Sextilis por el suyo, nuestro actual “agosto”, el final feliz que todo cuento necesita.

¿Tiene algún papel nuestra comarca en la comedia? Yo creo que si, y es la hipótesis que recientemente he sugerido a través de este blog. Es difícil fundamentarla, máxime siendo neófito en arqueología o historia; pero más difícil se me hace creer haber descubierto algo y callar por si acaso meto la pata.

Sabemos de la estancia de la Legio X Gemina en Petavonium, (Rosinos de Vidriales), una de las legiones de Augusto. Y sabemos de los castros astures en nuestros montes. Unamos cabos, y los resultados pueden ser sorprendentes. Por una serie de casualidades, relacionadas con una simple piedra del tamaño de un puño, (para que luego digan que las piedras no hablan), creo haber encontrado los emplazamientos de dos campamentos más antiguos que Petavonium, y la ruta para cercar y atacar desde la retaguardia a los astures.

En La Chana de Castrocalbón, en El Robleo, es conocida lo que parece ser una torre circular de vigilancia y la situación de 2 campamentos romanos, pudiendo llegar a 4 según algunos investigadores, lo que parece un gran complejo militar. Creo que desde ahí se planeó el asalto a Vidriales y al gran castro de Las Labradas. Y creo poder añadir una nueva pieza al rompecabezas, el destino del camino que viene a Ayoó desde El Robleo. Observando fotografías aéreas y satelitales, creo que se puede intuir en una zona muy labrada un “castra aestiva”, el campamento de campaña previo al ataque al “Lugar Sagrado”.

No voy a repetir fotos y esquemas, se pueden consultar aquí: (https://eltijoaquin.blogspot.com.es/2016/11/el-jaque-carpurias.html), solo voy a referirme y dar a conocer el posible campamento de Ayoó, y recordar la torre de vigilancia de El Castrillo. Por lo que parece es ligeramente rectangular, de aproximadamente 150 por 120 metros. En La Chana hay un solar de 159,70 metros, (4,5 actus vorsus, 180 passus o 540 pedis) de largo por 124,21 metros, (3,5 actus vorsus, 84 passus o 420 pedis) de ancho, por lo que podría haberse transportado desde allí. Está orientado según los puntos cardinales, así que podemos incluso imaginarnos sus cuatro puertas: la “porta Praetoria”, de cara al enemigo y al este, la “porta Decumana”, al oeste y parte trasera, la “porta Principalis Dextra” y la “porta Principalis Sinistra” a ambos lados, por donde podría cruzar un viejo camino a las cuevas. El agua potable estaría garantizada por las fuentes que rodean el lugar, la fuente de “el Robedillo”, la fuente de “el Coito” y las de “la Mediana”. Y desde tiempos inmemoriales un canal baja desde “Requeijo” hasta sus inmediaciones; podríamos pensar que es tan antiguo como desde la fundación de este campamento.

Los soldados romanos tenían tanta experiencia que solo necesitaban entre 2 y 3 horas y media para levantar estos campamentos, y eran destruidos al ser abandonados. Se usaban materiales perecederos, maderas y céspedes, y se rodeaban de un foso. Los “castra aestiva” no se solían documentar por el poco interés para los resultados en las batallas. Eran algo normal y corriente, lo que contaba era el objetivo, la dominación final.

Esta nueva proposición alarga sustancialmente la estancia romana en Ayoó, lo que indica la resistencia del pueblo de la Peña. Me alegro, y me alegraría mucho más añadir algún tipo de vestigio arqueológico que apoyara mi hipótesis.

Daremos tiempo al tiempo.


Ruta entre campamentos.

Google Earth




Nótese la marca en primera y última toma, del 2006 y 2009.
La central, de 2007 no sale.



Foto 1945-46 del mismo lugar.



Evidencias y posible situación del campamento y torre de El Castrillo de Ayoó.

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